La agricultura, colchón en tiempos de crisis

Siempre somos el colchón en tiempos de crisis.
Hace muy pocos años necesitabas peones para trabajar en el campo o en las cooperativas, y nadie quería venir a trabajar, era el ultimo trabajo que realizarían si les diesen a elegir. 
Quien no ha oído "¿Que no iré yo a trabajar al campo? Si son unos arrastrados, que trabajan hasta los domingos." Estos comentarios, muchisimas veces los he oido yo
Ahora se pegan por trabajar en el campo, y la lista de espera en las cooperativas, es kilométrica, por lo que somos el colchón en tiempos de crisis.
Además actuamos como revulsivo en otros ámbitos, somos productores y apostamos por una economía de producción, por lo que en cualquier situación económica, y mas en la actual, somos un sector que puede aportar mucho a la salida de la crisis, pero necesitamos apoyos.
Se nos pide que nos apretemos el cinturón, siempre nos lo hemos apretado, y cuando han ido mal las cosas en otros sectores siempre hemos sido el colchón en tiempos de crisis.
No queremos que se nos regale nada, nunca lo hemos pedido, queremos apoyos en la modernizacion de nuestras infraestructuras, y facilidades para que sigamos trabajando, por que nosotros solo entendemos de trabajo.
Y la verdad es que somos el colchón en tiempos de crisis, pero lo tenemos asumido.

Economía ambiental en la agricultura

En estos momentos en los que se habla tanto de economía ¿sabemos lo que es la economía ambiental?, 
Es la especialidad que se dedica al análisis económico de los recursos ambientales. 
Esta especialidad está tomando un auge cada vez mayor en los países desarrollados, debido a la escasez de ciertos recursos ambientales por un lado, y a la presión social por otro.
Si partimos de la base de que la actividad económica es necesaria para mantener el estado de bienestar actual en los países desarrollados, y que esta actividad produce cambios en el medio ambiente, (los cuales tienen una influencia, en mayor o menor medida, negativa para este); la pregunta que nos debemos hacer es ¿hasta donde se deben permitir estos cambios?, es decir, donde se debe establecer el límite entre el progreso y la conservación del medio ambiente.
La solución, desde luego, no es nada sencilla; si bien existen diversos métodos o enfoques que tratan de calcular cual es el nivel óptimo de contaminación, estos métodos siempre se encuentran con opiniones enfrentadas.
De entre estos métodos, podemos distinguir, principalmente, aquellos que propugnan que sea el Gobierno el que fije un impuesto o tasa para paliar la contaminación y otros que se busque “el acuerdo” de las partes, la empresa contaminante y la empresa que se ve afectada por esta; para en definitiva, disminuir el nivel de producción de la empresa contaminante.
Sea cual sea el método que se utilice para determinar el nivel óptimo la satisfacción de todas las partes va a ser siempre complicada.
Para ilustrar estas afirmaciones, pensemos en una empresa maderera y la tala de árboles. Que tipo de compensación debería pagar a la sociedad esta empresa por la tala de árboles ó cual es volumen máximo de producción que se le debe permitir.
Antes de responder a esta pregunta, debemos pensar en las consecuencias que la respuesta genera, es decir, si se reduce el nivel de producción de las empresas se reduce el número de trabajadores de las mismas; lo cual afecta a las familias de esos trabajadores directamente, y al resto de la sociedad indirectamente; lo que en definitiva, produce una disminución del bienestar de esa sociedad. Todo esto si nos referimos a países industrializados, porque si hablamos de países subdesarrollados, esta cuestión no llega siquiera a plantearse; ya que tienen otras necesidades que cubrir.

Invisibles no, ignoradas a veces

La invisibilidad de la mujer rural
 
Ahora que todo el mundo valora el trabajo de las mujeres en el campo, que creen que merecemos un reconocimiento, ¿que pensamos nosotras?
Se valora como un paso positivo, la titularidad compartida de las explotaciones agrarias, y hasta ahora que hemos sido ¿invisibles o solo ignoradas?
¿O es que solo se busca que nos afiliemos a la Seguridad Social agraria?
Primero habrá que eliminar muchas limitaciones para que podamos acceder a todas las bonificaciones, que se abarate el coste a la cotización, y ser más flexibles con la jubilación aún cuando la trabajadora no haya cotizado el periodo mínimo exigido por la ley, porque si no pocas cotitulares van a entrar al trapo y afiliarse.
Porque aunque seamos invisibles o ignoradas, creo que rondamos los siete millones de mujeres que vivimos en y por el campo, el trabajo que desempeñamos es el del soporte familiar, colaborando en todas las tareas, tanto físicas en el campo, como económicas en la casa.
Además, con excusa de la crisis, muchas preferimos irnos a la ciudad, donde se nos ponen las cosas más fáciles, ya que nuestro medio si no lo remediamos pronto va languideciendo poco a poco.
Me gustaría resaltar que la mujer en el ámbito rural,  ocupa los puestos más bajos, menos cualificados y peor remunerados, y nuestra situación laboral se caracteriza por ser unas asalariadas, además de la temporalidad y parcialidad de las jornadas. 
Recibimos un promedio de 801 euros mensuales, en muchos hogares los ingresos no superan los 900 euros. Por eso me pregunto ¿que somos invisibles o ignoradas?
Que os voy a contar, después de venir del campo hay que hacer las tareas de la casa (el día que no están hechas, ese día tienes visita), ir a la compra, y procurar que a nuestra familia no le falte de nada, en ningún sentido. Que nuestros hijos y marido cuando abran el armario ropero, tengan la ropa en perfectas condiciones para ponérsela, que la nevera este llena de comida, que el coche de la casa esté a punto para salir, etc.….
Pero por suerte para nosotras todo esto está cambiando.